En las enfermedades autoinmunes la genética es importante. Pero los factores ambientales aún lo son más.

Algunas son diabetes tipo I, celiaquía, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, lupus, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, psoriasis y tiroiditis autoinmune.

Decíamos que aunque exista la predisposición es necesario que algún factor externo actúe como detonante. Los factores detonantes que más se conocen son:

El estrés:  afecta al sistema nervioso central y a través del hipotálamo y la hipófisis influyen en el comportamiento del sistema inmune.

La alimentación: una mala dieta nos puede llevar a un estado de inflamación crónica. También existen antígenos alimentarios que pueden confundir al sistema inmunitario.

Los tóxicos ambientales: ejemplos son el tabaco, los pesticidas o los metales pesados como el plomo y el mercurio.

También se ha visto que muchas veces estas enfermedades aparecen después de un embarazo por los cambios hormonales.

O de un accidente que produzca grandes traumatismos a nivel físico y emocional.

Todo esto puede hacer que el sistema inmune se descompense y empiece a atacar a nuestras propias células.