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¿Es realmente síndrome del intestino irritable?

El síndrome del intestino irritable es un diagnóstico que se da a muchas personas que presentan síntomas digestivos tales como hinchazón, dolor abdominal, estreñimiento y/o diarrea. Esto se hace tras descartar lo que llamamos «banderas rojas» o señales de alarma que podrían estar indicando una patología más grave.

El problema es que esto puede no ser suficiente, pues existen varios problemas de salud (sean o no digestivos) que pueden confundirse con SII y es muy fácil que se haga un diagnóstico incorrecto, por lo que el tratamiento posterior al mismo podría no ser el adecuado.

El post de hoy pretende ser orientativo. Si te han diagnosticado SII pero no acabas de notar mejoría con el tratamiento, habla con tu médico para que te realice pruebas complementarias y/o te derive al especialista correspondiente.

Señales de alarma

Debes acudir a tu médico si respondes afirmativamente a alguna de estas preguntas:

¿Hay sangre en tus heces?

¿Necesitas levantarte durante la noche para defecar?

¿Han habido cambios en tu peso sin causa aparente?

¿Alguien en tu familia ha tenido cáncer, enfermedad inflamatoria intestinal o celiaquía?

¿Tienes o has tenido fiebre?

¿Sueles vomitar?

Diagnóstico diferencial del síndrome del intestino irritable

Pongamos que no hay señales de alarma. Dado que no existe ninguna prueba para diagnosticar el síndrome del intestino irritable de manera definitiva, tu médico puede utilizar alguno de los siguientes criterios para efectuar un diagnóstico:

  1. Criterios de Roma. Estos criterios incluyen el dolor abdominal y las molestias que duran, en promedio, como mínimo, 1 día a la semana en los últimos 3 meses, asociados con, al menos, dos de los siguientes factores: El dolor y las molestias están asociados con la defecación, hay alteración en la frecuencia de la defecación o en la consistencia de las heces.
  2. Criterios de Manning. Estos criterios se centran en el alivio del dolor después de defecar y en tener evacuación intestinal incompleta, mucosidad en las heces y cambios en la consistencia de las heces. Mientras más síntomas presentes, la probabilidad de padecer síndrome del intestino irritable será mayor.

Pero como hemos dicho antes, hay otros sospechosos en juego, y mi recomendación sería ir descartando todos los puntos del siguiente listado.

  • Celiaquía
  • Enfermedad inflamatoria intestinal
  • Diverticulitis y/o diverticulosis
  • Insuficiencia pancreática exocrina
  • Malabsorción de ácidos biliares
  • Sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO)
  • Infección por parásitos
  • Trastornos endocrinos
  • Trastornos del suelo pélvico
  • Endometriosis
  • Otras (si el médico así lo considera)

Descartando sospechosos

Celiaquía

Se estima que hasta un 30% de las personas diagnosticadas con celiaquía, fueron previamente diagnosticadas con SII de manera errónea (1, 2).

Por otro lado, en un metaanálisis de 2016 que incluía a más de 15000 pacientes, la aparición de signos de celiaquía en la biopsia duodenal en personas con sospecha de SII fue 4 veces superior a la esperada (3).

Esto es importante porque la celiaquía es una enfermedad de base autoinmune que, si no se trata adecuadamente, puede tener consecuencias importantes a largo plazo. Se relaciona con malnutrición, anemia, tiroiditis de Hashimoto o linfoma intestinal, entre otros problemas de salud.

Tengo intención de hacer un post explicando a fondo las pruebas de laboratorio para el diagnóstico diferencial de la celiaquía, así que para no alargarme mucho, os las resumo.

  1. Serología del gluten. Los principales anticuerpos que se suelen mirar (en adultos y niños mayores de 3 años) son la antitransglutaminasa tisular IgA y el antiendomisio IgA.
  2. Biopsia del intestino delgado. Es el test de diagnóstico definitivo. Debería realizarse si los anticuerpos salen elevados o incluso si salen negativos pero el paciente presenta genética compatible con celiaquía y síntomas que nos hagan sospechar.  
  3. Pruebas genéticas. Sólo indica si existe predisposición genética pero no implica que exista celiaquía. Los genes que se suelen estudiar en esta prueba son los del sistema HLA, concretamente DQ2 y DQ8. El 90% de celíacos son positivos a DQ2, mientras que un 5% lo son al DQ8 . Esto implica que hay un 5% de celíacos con otros genes que no se suelen evaluar.

Enfermedad inflamatoria intestinal

colitis-ulcerosa-enfermedad-crohn - intestino irritable

Imagen: www.cun.es

La EII es un término genérico que describe los trastornos que suponen una inflamación crónica del tubo digestivo. Incluye la Enfermedad de Crohn y la Colitis ulcerosa.

No hay un único test que confirme la EII. El diagnóstico se basa en el examen físico, en la historia médica y en varios tests que incluyen analíticas de sangre, examen de heces, endoscopia, biopsia y pruebas de diagnóstico por imagen (como tomografía computerizada, ecografía abdominal o resonancia magnética).

Dentro del examen de heces es interesante valorar la calprotectina fecal. La calprotectina es una proteína procedente de los leucocitos (glóbulos blancos) que aparece en la mucosa intestinal cuando existe inflamación. Es una determinación sencilla, rápida y no invasiva.

En cuanto a los signos que deberían ponernos sobre aviso de EII tenemos: anemia, pérdida de peso sin causa justificada, fiebre y sangre en heces. Estos son característicos de la EII pero no del síndrome de intestino irritable y, si estuvieran presentes, debería valorarlos un gastroenterólogo.

Es importante que esta derivación y evaluación se pongan en marcha antes de que se empiece con modificaciones dietéticas para asegurarnos de que los síntomas de la EII no estén enmascarados por la dieta.

Sin un diagnóstico correcto, las personas con EII podrían estar realizando tratamientos insuficientes con terapias que sólo sirven para aliviar los síntomas funcionales. O bien podría ocurrir al revés, que personas con síndrome de intestino irritable fueran sobretratadas con agentes inmunosupresores.

Diverticulosis y diverticulitis

Los divertículos son unas pequeñas bolsas que se forman en la pared interna del intestino y que crecen hacia fuera, justo al contrario de los pólipos, que aparecen en el interior. La presencia de estas bolsas se conoce como diverticulosis y, cuando se infectan o se inflaman, hablamos de diverticulitis.

Los divertículos se pueden observar mediante un enema opaco de bario o una endoscopia (sigmoidoscopia flexible o colonoscopia). La diverticulitis se suele diagnosticar mediante un examen clínico durante un ataque agudo y se confirma por tomografía computerizada.

La enfermedad diverticular es más frecuente con la edad: alrededor de un tercio de las personas con más de 60 años la tienen. Se asocia al sedentarismo y a una dieta baja en fibra.

El signo principal es dolor abdominal, especialmente en el lado izquierdo. También puede haber fiebre, escalofríos, náuseas, vómitos, cólicos y estreñimiento. En los casos más graves, la diverticulitis puede causar sangrado u obstrucciones.

Insuficiencia pancreática exocrina

Hablamos de EPI cuando el páncreas no puede sintetizar una cantidad adecuada de enzimas digestivas. Las enzimas son sustancias que ayudan a descomponer las grasas, proteínas y carbohidratos en moléculas más pequeñas que podamos absorber con facilidad.

Los síntomas típicos son: malas digestiones, heces pastosas y malolientes que manchan la taza del WC y dolor abdominal, entre otros.

Para el diagnóstico suelen usarse pruebas indirectas como la determinación de elastasa pancreática o también se puede determinar la presencia de grasa en las heces. La mejora de la sintomatólogia tras la suplementación con enzimas digestivas confirmaría el diagnóstico.

Malabsorción de ácidos biliares

La malabsorción de ácidos biliares representa el 50% de los casos de diarrea crónica y afecta al 3-5% de la población española.

“La diarrea por malabsorción de sales biliares es un trastorno infradiagnosticado y infratratado. A menudo estos pacientes son diagnosticados de síndrome del intestino irritable cuando en realidad el problema es debido a la malabsorción de sales biliares”, indica el Dr. Jordi Guardiola, jefe de sección del Servicio del Aparato Digestivo del Hospital Universitario de Bellvitge.

El Hospital Universitario de Bellvitge es uno de los pocos hospitales españoles que dispone de la prueba llamada 75Se-SeHCAT, la cual permite diagnosticar de manera rápida y no invasiva la malabsorción las sales biliares sin necesidad de pruebas más invasivas como la colonoscopia.

Sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado (SIBO)

sibo - intestino irritable

Imagen: Pixabay archivo

Si hay un trastorno digestivo que curse con los típicos síntomas del intestino irritable, este es definitivamente el SIBO. Encontramos hinchazón, dolor abdominal, estreñimiento o diarrea.

SIBO son las siglas en inglés de «Small Intestinal Bacterial Overgrowth». El nombre ya nos da una pista: hablamos de un crecimiento excesivo del número de bacterias que pueblan el intestino delgado. Es decir, estaríamos hablando de un tipo de disbiosis, de un desequilibrio en la microbiota intestinal.

Hasta hace algún tiempo, para diagnosticar el SIBO se realizaba un aspirado yeyunal, es decir, se tomaba una muestra del contenido del yeyuno, se cultivaba y se observaba cuántos microorganismos estaban presentes en esa zona.

Actualmente la prueba más indicada es el llamado test de aliento, al ser más cómoda y menos invasiva. En esta prueba se miden los niveles de hidrógeno y metano en el aire espirado, dos gases que se producen de forma normal en el colon por el efecto de la fermentación bacteriana, pero que no deberían estar en el intestino delgado.

Infección por parásitos

Los parásitos intestinales, entre ellos Giardia lamblia, Blastocystis hominis y Dientamoeba fragilis, pueden ser una causa común de SII, y con frecuencia no se diagnostican (4).

Los parásitos pueden causar diarrea, estreñimiento, gases, distensión abdominal, cólicos, náuseas, mala digestión, fatiga, dolores musculares, picazón anal y dolor abdominal.

El análisis de heces mediante microscopía no suele ser demasiado preciso y nos puede llevar a falsos negativos, por lo que la prueba más indicada sería un test de parásitos por PCR.

Trastornos del suelo pélvico

Los trastornos del suelo pélvico (TSP) también pueden causar síntomas parecidos al síndrome del intestino irritable. Los TSP pueden provocar estreñimiento a través de una condición llamada defecación disinérgica, también conocida como anismo. El anismo es la dificultad para defecar por una descoordinación entre el recto y el ano que impide que puedan salir las heces con normalidad.

Se diagnostica mediante un procedimiento llamado manometría anorrectal. En esta prueba, se coloca una sonda flexible en el recto para medir las contracciones musculares del esfínter anal y el recto.

 

Endometriosis

La endometriosis es un trastorno ginecológico que, como el SII, puede provocar síntomas de dolor abdominal y cólicos. Podemos sospechar si paralelamente hay signos típicos de endometriosis como son menstruaciones muy dolorosas, sangrado excesivo, infertilidad o relaciones sexuales dolorosas.

En la endometriosis, el tejido endometrial que normalmente recubre el interior del útero, crece por fuera del mismo. Se pueden observar crecimientos en el exterior del útero, los ovarios, la vejiga, el recto y el intestino grueso. Este tejido puede inflamarse y / o resultar en quistes y adherencias entre órganos.

El diagnóstico se realiza mediante ecografía transvaginal (no sirve para descartarla definitivamente pero indica si hay endometriomas o quistes), resonancia magnética (permite ver si existe endometriosis extragenital) y laparoscopia (procedimiento quirúrgico que permite confirmarla o excluirla con total seguridad).

Trastornos endocrinos

Los trastornos tiroideos (hipertiroidismo e hipotiroidismo) pueden provocar un aumento o una disminución tanto de los movimientos intestinales como de las secreciones gastrointestinales. Mientras que el hipertiroidismo se asocia a diarrea, el hipotiroidismo lo hace con el estreñimiento.

Sin duda la prueba diagnóstica más importante es el análisis de sangre, en el que vamos a evaluar los niveles de hormonas tiroideas (TSH, T4 y T3).

Ahora cuéntame: ¿Sufres de dolor abdominal, diarrea o estreñimiento? ¿Alguna vez te han diagnosticado con síndrome del intestino irritable? ¿Sospechas que tu problema real pudiera ser otro?

 

2 Comentarios

  1. Muy intetesantes todas estas informaciones sobre los diferentes problemas que pueden producir «el intestino irritable».
    Es cierto que la mayoria de veces los pronosticos de los medicos no profundizan lo suficiente para ver cual es el problema y rapidamente te dan un diagnóstico y medicamentos para ello.
    Cosa que personalmente no estoy muy de acuerdo con ello.
    Me intereda mucho » El legado de Hipócrates «

    Responder
    • Me alegra que te haya parecido interesante. Es un fastidio tener que realizar tantas pruebas y, además, muchas veces no entran por el sistema sanitario y hay que recurrir a centros privados, con el gasto que eso supone. Pero me parece muy importante descartar todos los posibles desencantes para poder atajar el problema de raíz.

      Responder

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